Reflexiones en el domingo de Pentecostés.

Comunidad diversa, misionera e inclusora.



“Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, llegó Jesús y, puesto en medio, les dijo: —¡Paz a vosotros! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: —¡Paz a vosotros! Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y al decir esto, sopló y les dijo: —Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados, y a quienes se los retengáis, les serán retenidos” (Versión Biblia Reina Valera 1965 – Jn. 20,19-23).


La comunidad de discípulas y discípulos de Jesús dejó de lamentarse por la ausencia del Maestro que había sido ejecutado. En los encuentros cotidianos, donde ponían en común sus dones, leían y comentaban las Escrituras, y compartían la Mesa, reconocieron que el Espíritu del Maestro Resucitado les acompañaba. El enriquecía la comunidad con la diversidad de dones. Y aquella comunidad de hombres y mujeres con temor, se transformó en un movimiento misionero, que como levadura en la masa, comenzó a crecer y extenderse por todo el imperio romano.

A esta pequeña comunidad comenzaron a agregarse personas de pueblos diversos y culturas diversas. Descubrieron que el Reino, al que Jesús comparaba con un Abrazo y una Fiesta, era para toda la Humanidad. El Espíritu desafió a aquel grupo de personas provenientes de Galilea y Jerusaén, a aceptar las prácticas culturales de los otros pueblos, porque la novedad del Reino estaba revelándose también allí, porque Dios trasciende la historia, los pueblos, las culturas, las creencias …

Cada Pentecostés pone a las comunidades cristianas nuevamente en estado de misión.

Nuestra comunidad, Diversidad Cristiana, siente la presencia y la fuerza de aquel mismo Espíritu que impulsó a la primera comunidad, a ponerse en diálogo con las sociedades y las culturas de su tiempo, revisando sus creencias y sus prácticas.

Queremos:

- diálogar con la diversidad social y cultural de nuestro contexto.

- que todas las personas tengan un lugar de dignidad en este mundo, que caigan las barreras de la discriminación y la exclusión. Entendemos que todas las personas somos portadoras del Espíritu –soplo divino- y por lo tanto dignas, únicas e irrepetibles.

- ser parte del movimiento transformador, liberador e inclusivo que es guiado por el Espíritu a través de la historia.

Por eso abrimos nuestra comunidad a todas las personas, pero especialmente a las personas GLTTB y les decimos:

- pueden participar de la Mesa de Jesús,

- pueden sellar sus uniones con el matrimonio cristiano,

- pueden, las personas trans, rectificar su bautismo anterior y recibir el nombre que ellas elijan,

- pueden participar de la diversidad de dones y ministerios con que el Espíritu enriquece a nuestra comunidad.

Tenemos pleno convencimiento que hoy el Espíritu nos confía esta misión.

Pentecostés, 2010.

Comentarios

Entradas populares