Reflexión del Jueves Santo - Semana Santa 2012


Jueves Santo

13  1Era antes de la fiesta de la Pascua, y Jesús sabía que había llegado la hora de que él dejara este mundo para ir a reunirse con el Padre. Él siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, y así los amó hasta el fin.

2–4El diablo ya había metido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la idea de traicionar a Jesús. Jesús sabía que había venido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad; así que, mientras estaban cenando, se levantó de la mesa, se quitó la capa y se ató una toalla a la cintura. 5Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.

6Cuando iba a lavarle los pies a Simón Pedro, este le dijo: —Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?. 7Jesús le contestó: —Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás. 8Pedro le dijo: —¡Jamás permitiré que me laves los pies!. Respondió Jesús: —Si no te los lavo, no podrás ser de los míos. 9Simón Pedro le dijo: —¡Entonces, Señor, no me laves solamente los pies, sino también las manos y la cabeza!- 10Pero Jesús le contestó: —El que está recién bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos. 11Dijo: “No están limpios todos”, porque sabía quién lo iba a traicionar.

12Después de lavarles los pies, Jesús volvió a ponerse la capa, se sentó otra vez a la mesa y les dijo: —¿Entienden ustedes lo que les he hecho? 13Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. 14Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho. 16Les aseguro que ningún servidor es más que su señor, y que ningún enviado es más que el que lo envía. 17Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos.

18“No estoy hablando de todos ustedes; yo sé quiénes son los que he escogido. Pero tiene que cumplirse lo que dice la Escritura: ‘El que come conmigo, se ha vuelto contra mí.’ 19Les digo esto de antemano para que, cuando suceda, ustedes crean que Yo Soy. 20Les aseguro que el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.”

21Después de decir esto, Jesús se sintió profundamente conmovido, y añadió con toda claridad: —Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar. 22Los discípulos comenzaron entonces a mirarse unos a otros, sin saber de quién estaba hablando. 23Uno de ellos, a quién Jesús quería mucho, estaba junto a él, mientras cenaban, 24y Simón Pedro le dijo por señas que le preguntara de quién estaba hablando. 25Él, acercándose más a Jesús, le preguntó: —Señor, ¿quién es?. 26Jesús le contestó: —Voy a mojar un pedazo de pan, y a quien se lo dé, ese es.

En seguida mojó un pedazo de pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. 27Y tan pronto como Judas recibió el pan, Satanás entró en su corazón. Jesús le dijo: —Lo que vas a hacer, hazlo pronto. 28Pero ninguno de los que estaban cenando a la mesa entendió por qué le decía eso. 29Como Judas era el encargado de la bolsa del dinero, algunos pensaron que Jesús le quería decir que comprara algo para la fiesta, o que diera algo a los pobres.

30Una vez que Judas hubo recibido el pan, salió. Ya era de noche.

31Después que Judas hubo salido, Jesús dijo: —Ahora se muestra la gloria del Hijo del hombre, y la gloria de Dios se muestra en él. 32Y si el Hijo del hombre muestra la gloria de Dios, también Dios mostrará la gloria de él; y lo hará pronto. 33Hijitos míos, ya no estaré con ustedes mucho tiempo. Ustedes me buscarán, pero lo mismo que les dije a los judíos les digo ahora a ustedes: No podrán ir a donde yo voy. 34Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros. 35Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos.” (Juan 13,1-36).


Comentario

Hoy, jueves santo del año 2012, voy a proponerles una reflexión, alternativa y alterativa de los acontecimientos sucedidos en Jerusalén y protagonizados por Jesús y su movimiento de discípulas y discípulos, pretendiendo ubicar los textos en su contexto y desde ahí, preguntarles el mensaje, para nosotros y nosotras, en la sociedad y la cultura del siglo XXI en Uruguay.

El texto evangélico presenta tres grandes episodios. En el primero Jesús lava los pies a sus discípulos (13,1-20). En el segundo se produce el diálogo sobre la traición (13,21-30). En el tercero Jesús entrega el mandamiento nuevo (13,31-36). Estos tres grandes episodios se dan en el contexto de la cena pascual con importantes discursos de Jesús (13 – 17).

A lo largo de nuestra historia cristiana, hemos ido cargando de contenido coyuntural estas escenas del Evangelio de Juan. Hicimos de esta cena, una de las muchas comidas y cenas que Jesús compartió con sus discípulos y discípulas, la institución del sacerdocio y a partir de ese momento excluimos a las mujeres del liderazgo eclesial, ubicándolas en tareas auxiliares y de servicio a los varones líderes en las comunidades; y la institución de la Eucaristía, y a partir de ese momento comenzamos a pelearnos las comunidades cristianas por si se da la transubstanciación, la consubstanciación o es simplemente un memorial. Hicimos del lavatorio de los pies un rito que a la sociedad y la cultura del siglo XXI le dice muy poco o nada que un hombre de edad adulta o anciano ya, lave los pies a doce hombres, varones, una vez al año en cada jueves santo. Hicimos de Judas el depositario de todos los males que llevaron a Jesús a su muerte en la cruz.

1.    El texto y su contexto:

El episodio se desarrolla en un contexto pascual (v 1), donde se recordaba y celebraba la protección de Dios a los primogénitos hebreos en Egipto (Ex 12,13) y la liberación del pueblo hebreo al abandonar la tierra de Egipto (Ex 12,42) culminando con la Alianza en el Sinaí, donde Dios entrega la Ley a Moisés (Ex 19 – 31).

En la primera escena Jesús lava los pies de los discípulos. La cultura judía era patriarcal. La Ley mandaba que el jefe de familia presidiera la cena pascual. Jesús rompe la tradición del patriarcado y siendo el Maestro y Señor (v13), asume el rol que era tan bajo, que no podían realizarlo los esclavos judíos y se reservaba a los esclavos no judíos y a las mujeres (Lc 7,37-50). En el relato Juan resalta el gesto: Jesús no es un hombre cualquiera, que se humilla haciendo la tarea de una mujer, es el Maestro, un título de respeto equivalente a Rabí (1.38; 11,28; 20,16) y el Señor, probablemente Juan se lo atribuye reafirmando su divinidad (20,28) quien rompe la tradición del patriarcado. Pero también resalta el alcance: Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho (v 15).

En la segunda escena Jesús pone sobre la mesa el tema de la traición. Una situación que inquieta y escandaliza a la comunidad de discípulos varones (v 22 – 25). Pero que también deja en evidencia su hipocresía, porque si bien Judas lo traiciona entregándolo al poder religioso y político (18,1-14), Pedro lo niega por tres veces (18,15-18. 25-27) y todos ellos lo abandonaron a excepción de las mujeres (Mt 27,55-56); tal vez por eso, fueron las primeras en experimentar el Acontecimiento Pascual y dar testimonio de ello.

En la tercera escena, en ese contexto pascual y de alianza, Jesús entrega el nuevo mandamiento. No es que se sume un mandamiento número once, sino que es el único mandamiento que nos obliga resumiendo las enseñanzas de las Escrituras. Es el mandamiento que nos hace testigos de Jesús en la sociedad y la cultura en que nos toca vivir: “Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos” (v 36).

2.    El texto hoy:

Las comunidades cristianas, sentimos el desafío de Jesús, de actualizar el gesto de lavado de pies que realizó Jesús. Un gesto que marca la solidaridad, la fraternidad, la horizontalidad en las relaciones a la interna de las comunidades y también hacia fuera. Pero fundamentalmente, marca el cambio de paradigmas que estableció Jesús, revelándose contra la cultura del patriarcado.

Las comunidades cristianas, al igual que la comunidad apostólica, estamos marcada por las traiciones internas, las negaciones internas y los abandonos internos. Experimentamos la hipocresía de buscar culpables sin hacernos responsables de nuestras actos indiferentes que continúan crucificando a miles de personas. No somos comunidades perfectas. Nos resulta difícil imitar al Maestro y Señor.

Las comunidades cristianas, sentimos el desafío de Jesús, de establecer relaciones basadas en el amor, al interior de las comunidades pero también hacia fuera; un amor fundado en el compromiso de unas personas con otras, un amor que se expresa en gestos más que en palabras, un amor que no tiene límites, como el amor con que Jesús nos amó. Pero fundamentalmente, un amor que nos hace testigos ante la sociedad y la cultura contemporánea y nos identifica con el Maestro y Señor.

3.    Conclusión:

Estimada comunidad presencial y virtual, les invito a asumir el mensaje de Jesús en este jueves santo, un mensaje que nos invita a la solidaridad con todas las personas, construyendo relaciones de horizontalidad y de servicio, asumiendo nuestras limitaciones; una solidaridad basada en el amor incondicional, signo de la Nueva Alianza entre Dios y la Humanidad, sellada en la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret, nuestro Maestro y Señor.

+Julio
Jueves Santo 2012.

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